Tana Toraja funeral ceremony

Morgens um halb 6 waren wir schon in Rantepao und hatten Glück, dass wir den Besitzer vom Pia Poppies Hostel aus dem Bett klingeln konnten. Es waren auch noch 3 Zimmer frei – für uns und die 3 Spanier mit denen wir gemeinsam im Bus nach Rantepao gereist sind… (Weiterlesen)

A las 5,30 de la mañana llegábamos a Rantepao tras una larga noche de viaje en Autobús desde Makassar. (Aunque reconozco que a mí se me paso volando, las pastillas contra el mareo le dejan a uno atontao y apenas me enteré del viaje…(Continuar leyendo)



Morgens um halb 6 waren wir schon in Rantepao und hatten Glück, dass wir den Besitzer vom Pia Poppies Hostel aus dem Bett klingeln konnten. Es waren auch noch 3 Zimmer frei – für uns und die 3 Spanier mit denen wir gemeinsam im Bus nach Rantepao gereist sind. Das war auch dringend nötig um noch ne Mütze Schlaf nachzuholen, auf den kurvigen Straßen schläft es sich im Bus doch einfach nicht so gut. Am gleichen Tag ging es auch schon los auf eine Beerdigungszeremonie der Toraja. Denn wie schon zuvor erwähnt wird hier ein ziemliches Brimborium um das weltliche Ableben gemacht. Die Toraja Animisten betrachten dieses Leben nur als Übergang in das nächste viel wichtigere Stadium, das nach dem Tod auf sie wartet – und dem messen Sie eine viel höhere Bedeutung bei. Aber das glückliche ewige Leben gibt’s eben nicht geschenkt, dafür muss man natürlich ordentlich investieren und tief in die ganz weltliche Tasche greifen. So viel dass die Familie des/der Verstorbenen lange dafür sparen muss und die Beerdigung oft erst mehrere Monate bis Jahre nach dem Tod stattfindet. Mittlerweile, so haben wir gehört, verschulden sich die Familien teilweise so stark, dass sie ihr restliches Leben damit kämpfen die Schulden abzubezahlen. Aber was macht die Beerdigung so teuer? – natürlich hauptsächlich die ganzen Schweine und Büffel die geopfert werden müssen. Je höher das Ansehen und der Stand der Familie sind, desto länger dauert die Beerdigungsfeier und desto mehr Schweine und Büffel müssen getötet werden. Das ist genau festgelegt, je nachdem zu welcher Klasse der Bevölkerung die Familie gehört. Etwa 70 % der Toraja gehören zur Klasse der Besitzlosen (Tobuda) die vom Reisanbau und der Schweine- und Büffelzucht leben, weitere 25 % gehören der Mittelschicht an (Tomakaka) und die verblieben 5 % sind Angehörige des landbesitzenden Adels (Tokapua). Ein wohlhabender Tomakaka muss eine Beerdigungszeremonie von mind. 5 (besser aber 7) Tagen abhalten bei der mindestens 12 Büffel ihr Leben lassen und unzählige Schweine. Nur so, so ist der hier vorherrschende Glaube, kann es dem Geist des Verstorbenen gelingen über eine gefährliche Brücke (Aha !?), vorbei an einer großen gefährlichen Katze (Warum nicht gleich ein Löwe?), nach Puya zu gelangen. Dort angekommen ist er aber noch nicht am Ziel, ein sehr hoher Berg der in den Himmel führt muss noch erfolgreich bestiegen werden, aber das schafft wohl kaum eine(r) – die die es nicht schaffen leben dennoch in Frieden mit den ins Grab mitgenommenen Dingen in Puya – und dazu gehören neben so profanen Dingen wie Wasserflaschen und Geld aber auch die ganzen Opfertiere.

Die Beerdigungszeremonie war in unseren Augen nicht so spektakulär. Wir waren am Tag anwesend, an denen die Gäste einzeln vorgestellt wurden und die Geschenke übergeben haben. Es war allerdings wieder schwer mitanzusehen wie die Schweine mit Bambusrohren fixiert unter offensichtlichen Schmerzen einfach in der sengenden Sonne liegen gelassen wurden bis sie dann doch endlich noch ein paar Meter weiter getragen wurden, nur um dort unspektakulär mit einem Stich ins Herz endlich getötet zu werden. Und wie das manchmal so ist, wir hatten leider etwas Pech da wir an diesem Tag von mehreren Reisegruppen umzingelt waren, zudem war noch ein Kamerateam vor Ort. Während wir, wie angeraten, auf dunkle Kleidung, Schulterbedeckung und sogar Sarong geachtet hatten, waren da einige andere Touristen komplett schmerzfrei und in Outfits unterwegs, die sogar noch hässlicher waren als die typisch deutschen Touristen Outfits. Leider wird es als vorteilhaft erachtet, wenn möglichst viele Touristen zu einer Beerdigung kommen, der Verstorbene erhält durch diese Ehrung nochmal eine verbesserte Chance nach Puya zu gelangen – daher gilt hier wohl das Motto: Masse statt Klasse – obwohl ich uns jetzt auch nicht zur Fraktion mit Klasse zählen würde. Den gemeinschaftlichen Abstieg über Reisfelder haben wir dann aber wieder sehr genossen und dabei auch noch ein paar kleinere sehr ruhige Toraja Dörfer besucht.

zurück zur Flickr Galerie


A las 5,30 de la mañana llegábamos a Rantepao tras una larga noche de viaje en Autobús desde Makassar. (Aunque reconozco que a mí se me paso volando, las pastillas contra el mareo le dejan a uno atontao y apenas me enteré del viaje…) Claro que, al bajar del autobús aún seguía medio grogui y de la caminata cargados con las mochilas atravesando la ciudad que aún no había empezado a despertar en busca del hostal esquivando a los oyeks (taxi-motos), guías (que aunque la ciudad duerma ellos ya están a la caza de nuevos turistas) y demás moscones la recuerdo como en sueños…

Acompañados por Elena, Miriam y Gorge, tres madrileños que habíamos conocidos en la estación de Makassar, llegábamos al hotel donde, por suerte, había habitaciones libres para todos y nos dejaban hacer el check–in en el momento. Un par de horitas de sueño y una ducha no vendrían nada mal ya que el día prometía ser largo: estábamos de suerte y  ese mismo día podríamos visitar una ceremonia funeraria en uno de los poblados tradicionales de la región (“suerte” o…)

En la cultura Toraja estas ceremonias funerarias son un gran acontecimiento. Para los Toraja la vida terrenal no es más que una fase de tránsito, un puente que les llevará al siguiente y más importante estadio, la vida eterna. Pero esta segunda vida que les espera tras la muerte no es ningún regalo de los dioses…y mucho menos gratis. La vida eterna cuesta una fortuna. Tanto que muchas familias deben ahorrar durante meses o incluso años después de la muerte del ser querido antes de poder celebrar los funerales y despedirse de los difuntos. Algunas familias llegan a endeudarse de tal manera que pasarán el resto de sus vidas luchando para conseguir pagar las deudas generadas por el funeral. Pero, que es lo que hace que el funeral sea tan caro? Pues, aunque parezca difícil de creer, sobre todo la cantidad de cerdos y búfalos que se sacrifican durante la ceremonia. Cuanto más renombre tenga la familia y más alto sea la clase social al que pertenezca, más larga será la ceremonia funeraria y más cerdos y búfalos deberán ser sacrificados. El 70% de la población Toraja pertenecen a la clase “Tobuda” (los desposeídos) que se dedican al cultivo de arroz y a la ganadería; el 25% a la clase media o “Tomakaka” y el 5% restante a la clase “Topakua”, los amos y señores de las tierras. El funeral de un Tomakaka deberá durar por lo menos 5 días (mejor 7) y deberán ser sacrificados por lo menos 12 búfalos (y decenas de cerdos…) Solo así podrá el alma del difunto atravesar  “el peligroso puente” y cruzar ante “el gigantesco y peligroso gato” para poder alcanzar Punya. Pero este lugar no es el objetivo final del viaje, allí les espera “la montaña muy alta” que deberán ascender para desde la cima poder llegar al cielo. Pero al parecer, son muy pocos los que consiguen llegar hasta el final del recorrido y la mayoría encontrarán la paz en Punya con todo aquello que se llevaron sus tumbas: botellas de agua, dulces, dinero… y lo más importante de todo: los animales sacrificados.

Dejando a un lado el tema religioso, la ceremonia en si no nos dejó un poco fríos. No por la brutalidad de los sacrificios, pues tras de la ceremonia de los pueblos animistas en Bajawa estábamos curados de espanto, sino por la frialdad con la que parecían transcurrir los acontecimientos. En el pueblo se habían construido casetas de bambú provisionales donde se servía té y comida a las familias que acudían al evento. Sentado bajo la estructura donde se encontraba el ataúd, el maestro de ceremonias  presentaba a las familias a su llegada y daba cuenta de los regalos que traían para para la familia del difunto (con micrófono y todo muy moderno…pero el tono que utilizaba recordaba al del hombre de las muñecas chochonas y el perrito piloto de la tómbola) Mientras las familias atravesaban la plaza central en procesión para dar el pésame a la familia, hombres jovenes, algunos vestidos con la ropa tradicional, otros no, iban y venían de aquí para allá, tirando de bueyes o cargados con cerdos atados de pies y manos entre los gritos ensordecedores de los cerdos que yacían en el suelo al sol abrasador esperando su hora y los que acababan de ser sacrificados y quemados… Todo parecía reducirse a la “cantidad” de muertes, y no al hecho del sacrificio en sí. Imágenes aterradoras difíciles de digerir. Dejando a un lado el tema del dinero (los búfalos albinos de ojos azules son los más valorados y pueden llegar a costar 40.000 Euros o más) resulta difícil de entender como pueda justificarse que una muerte, sea cual sea, pueda requerir tanta muerte y sufrimiento añadido…

volver a la galeria de fotos Flickr


 

Want to tell your friends about us?

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *