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El lago Inle y sus alrededores es uno de los lugares más visitados del país, una parada que ningún turista quiere perderse en su viaje por Myanmar, y como pasa en estas situaciones, esto acaba repercutiendo y mucho Continuar leyendo…
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Die Umgebung des Inle-Sees gehört zu den touristischeren Landschaften Myanmars. Seine Schönheit hat eine Vielzahl von schicken Hotels und idyllischen Resorts in bester Lage angelockt. Das besondere dieses Sees sind zum einen die schwimmenden Siedlungen und Märkte, die auf Pfählen aus dem seichten Wasser hervorragen und zum anderen die Gemüsebeete mitten auf dem See – so wachsen zum Beispiel Tomaten ganz prächtig auf den aufgeschütteten Beeten. Die Erde dafür wird einfach vom Grund gesammelt, der ist nur bis zu 3 Meter tief und bietet fruchtbaren Boden. Es gibt kein fest abgegrenztes Ufer, denn das ist in der Regel überwuchert mit allerlei Wasserpflanzen die sich in ausgefranzten Kanälen bis weit in den See hineinziehen. Die schmalen Boote der hiesigen Fischer mit ihren langen Antriebswellen sind aber optimal darauf angepasst. Wir hatten Zeit das Umland mit dem Fahrrad zu erkunden und haben neben den üblichen Pagoden und Klöstern diesmal auch ein Weingut besichtigt das ein deutscher Winzer hier vor gut zehn Jahren gegründet hat. Neben der obligatorischen Weinprobe hat uns vor allem aber die Aussicht angelockt. Trotzdem ist es schon verrückt und an Absurdität kaum zu überbieten in Myanmar zu sitzen und sich über das Aroma eines Cabernet Sauvignon auszutauschen. Er hat aber auch wirklich ein ausgesprochenes Holunderaroma… *hüstel* und diese Erdbeernote.
Die Tage haben wir gemeinsam mit Cordula, Oriol und Maria, unserer unterhaltsamen zweieinhalb Spanier starken Trekking Gruppe, verbracht. Zusammen haben wir auch ein Boot bei einem der zahlreichen Anbieter gechartert und sind damit über den See gedüst um die schwimmenden Dörfer, Pagoden und Kloster zu besichtigen. Allerdings kam ich mir bald vor wie auf einer Kaffeefahrt, denn unser Boot stoppte ständig vor irgendeiner Hütte mit angrenzendem handwerklichen Betrieb in der irgendwelche Dinge verkauft wurden. So wurde auf den verschiedenen Stopps versucht uns Lotusseide, normale Seide, Textilien, Schwerter, Schnitzereien, Zigarren, Kunsthandwerk oder Silberschmuck anzudrehen und das, wenn erhältlich, zu einem Vielfachen des Straßenpreises. Dennoch war es ein schöner Tag, auch wenn wir aufgrund mangelnder Kauflaune zwei Stunden zu früh mit unserem Programm fertig waren. (An mir kann es aber kaum gelegen haben, schließlich hat sich die Oma in mir breitschlagen lassen einen weiteren Longhi zu kaufen 😉 – echt bequem die Teile. Das führte dazu dass unser Fahrer uns zwei Stunden auf dem Boot schmoren ließ um den letzten Programmpunkt, den gebuchten Sonnenuntergang auf dem See, auch einzuhalten… Jegliche versuche ihn dazu zu bewegen uns irgendwo für einen Kaffee abzusetzen scheiterten an fehlenden Sprachkenntnissen oder seiner mangelnden Bereitschaft. Außer „no coffee“ haben wir nicht viel aus ihm herausgebracht aber ihn mit unserer unablässigen Fragerei sichtlich genervt. Also haben wir den Sonnenuntergang regelrecht ausgesessen 😉
Der Inle-Lake ist definitiv schön anzuschauen, aber diese jetzt schon etablierte Tourismusindustrie macht mir Sorgen, wie wird das denn erst in 5 – 10 Jahren sein wenn Myanmar nur ein weiteres der vielen südostasiatischen Reiseländer ist?
Jetzt brechen wir aber auf nach Hsipaw in die Hochebene, schon wieder mit dem unbequemen Nachtbus, es lässt sich einfach nicht vermeiden. Abfahrt um drei Uhr nachmittags und die voraussichtliche Ankunft ist um 5 Uhr morgens… na dann
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El lago Inle y sus alrededores es uno de los lugares más visitados del país, una parada que ningún turista quiere perderse en su viaje por Myanmar, y como pasa en estas situaciones, esto acaba repercutiendo. Cambia el ambiente en las calles, cambia la oferta gastronómica, y sobre todo, cambia la relación entre los lugareños y los “visitantes”. Todos los extranjeros acabamos dentro del mismo saco y dejamos de sentirnos viajeros convirtiéndonos en otros turistas más… Sé que esto puede llegar a sonar ridículo, pero os puedo asegurar que es la pesadilla de cualquier mochilero (pero que nadie se sienta ofendido, es la actitud la que hace al viajero, y no la mochila.) Sea como fuere, allí estábamos, y no nos quedaba otra que aceptar la situación, hacer lo mejor de ello, y darle una oportunidad al lago. Al fin y al cabo, alguna razón habría para tanto turista!
Con nuestros nuevos compañeros viajeros, Cordula, Oriol y María, salimos a explorar los alrededores del Inle, bordeando el lago en bici. Visitamos pagodas y monasterios, los sospechosos habituales, pero también una bodega de vino fundada por un alemán donde tuvimos ocasión de hacer una cata de vinos, y la subida a la colina se vio recompensada, no ya por los vinos, que no nos parecieron nada del otro mundo, pero por lo menos por la buena panorámica del lago que puede disfrutarse desde lo alto.
Bordeamos el lago de norte a sur pero para mi decepción, desde el camino no había forma de ver el agua desde ningún punto. El límite del lago no es un límite como tal, sino un área indefinida cubierta de vegetación salvaje o huertas flotantes. Los únicos puntos de acceso al lago son los estrechos canales por donde las largas barcazas de madera se abren camino entre la Vegetación, las plantaciones de tomates flotantes y las aldeas con sus casas sobre pilotes.
El día había estado muy bien pero del lago habíamos tenido poco así que decidimos dedicar el último día a hacer una excursión en barco por el lago…y caímos en el turisticazo. Visitamos aldeas flotantes, un monasterio, una pagoda, algunos huertos flotantes, pero sobre todo los clásicos negocios camuflados de museo-taller. Visitamos la “fabrica” de seda de loto, la de tabaco, el taller de la plata, el del acero y el de la madera…Durante gran parte del día el barquero se limitó a llevarnos de tienda en tienda, y de nada sirvió explicarle que ninguno de los cinco tenía interés en comprar nada e intentar convencerle de que dejara de lado el programa y nos llevara a tomar un café a alguna terracita con buenas vistas…su inglés solo llegaba para decirnos “no coffe!” y solo conseguimos enfadarle. Y que tranquilidad, por fin damos con un birmano con malos humos! Tanta amabilidad y simpatía por todas partes… estaba empezando a pensar que debíamos pertenecer a razas distintas. Tras pasar más de una hora a la deriva en medio del lago jugando a veo-veo porque el hombre seguía en sus trece negándose a llevarnos a tomar café, terminamos el programa con un atardecer mediocre, o por lo menos no tan espectacular como esperado, aunque estoy segura de que la larga espera y el malhumorado barquero tuvieron también parte de culpa…
Pero a pesar de estos “malentendidos”, nos despedimos del lago Inle con un buen sabor de boca, al fin y al cabo, el lago y sus alrededores tienen su fama bien merecida. Otra noche en carretera nos espera, próxima parada Hsipaw, veremos a ver a qué hora de llegamos esta vez…
Heute denken wir besonders an Euch (noch mehr als gestern! – :-), denn genau heute vor 6 Monaten haben wir Euch nach Frankfurt zum Flughafen gebracht!
Genießt Eure Zeit und bleibt gesund!