Da wir unsere Pässe ja noch in Denpasar abholen mussten, die dort auf obskure Art und Weise verlängert wurden, führte uns unser Weg nach Kuala Lumpur über Bali. Weiterlesen…
Nuestros pasaportes seguían en la oficina de inmigración en Bali, donde se los habíamos dejado a un “contacto” de Karin meses atrás para que nos alargara el visado mensual automáticamente cuando tocara evitándonos así la pérdida de tiempo y el estrés que supone hacerlo personalmente mes a mes Continuar leyendo…
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Da wir unsere Pässe ja noch in Denpasar abholen mussten, die dort auf obskure Art und Weise verlängert wurden, führte uns unser Weg nach Kuala Lumpur über Bali. Eine schöne Gelegenheit auch noch einmal Karin zu treffen und mit ihr und ihrem Ziehkind, der kleinen Illu, einen Tag zu verbringen. Wir hatten Glück, denn ganz in der Nähe ihres Wohnorts in Sengkidu wurde ein balinesisches Fest gefeiert. Ein Dorf hat das 100jährige Bestehen ihres Haupttempels dort am Strand gefeiert, dafür wurde der Bereich schön geschmückt und die Menschen haben die Schreine ihrer Haustempel aufwendig aufbereitet und mitgebracht. In einer großen Zeremonie wurden diese anschließend gesegnet um nach Abschluss der Feiern wieder in den jeweiligen Häusern aufgestellt zu werden. Von Karin wissen wir, dass die Balinesen Unmengen für ihre Religion ausgeben, neben den täglichen Opfergaben über die wir schon berichtet haben gibt es noch zahlreiche Feiertage die ganz besondere, viel teurere Opfergaben erfordern. Die dazugehörigen Feste und aufwendig zelebrierten religiösen Feiern gehen dabei schnell ins Geld. Vor allem die balinesischen Männer versuchen diese finanziellen Verluste über die zahlreichen Glückspielvarianten auszugleichen. Auf Bali wurden die traditionellen Glückspiele vor einiger Zeit verboten, zu viele haben sich ruiniert und ihre Einkommen, Häuser, Autos und dergleichen verloren, allerdings werden sie zu den Feiertagen von der Polizei geduldet. Wie so oft in Indonesien, die Polizei weiß was passiert, unternimmt aber nichts da sie selbst zu korrumpiert ist und eine gewisse Lethargie ausstrahlt. Nur wenn jemand sich beschwert, insistiert und das offensichtliche aufzeigt passiert auch etwas. So geschehen vor einiger Zeit als die Polizei dazu gedrängt wurde und eine um Geld spielende Gruppe Männer festgenommen hat. Eine der balinesischen Ehefrauen hatte wohl die Spielsucht ihres Mannes so sehr gestört, dass sie sich bei der Polizei beschwert hatte. Bis heute weiß man im Dorf nicht welche Ehefrau das war – alle festgenommenen Männer saßen auf jeden Fall erst einmal für 6 Monate im Gefängnis.
Uns überraschte die Tatsache, dass es auch bei dieser Zeremonie hier auf Bali zu Tieropferungen kam, schließlich zählen die Balinesen ja nicht zu den christlichen Animisten. Jedoch wurde neben Blumen, Fleisch, Schmuck, Geld und zahlreichen anderen aufwendig hergestellten Dingen auch Tiere aufs Meer gefahren um dort lebendig versenkt zu werden. Wir haben ein Babyschwein gesehen, es wurde aber anscheinend auch eine Kuh mit an den Beinen befestigten Steinen ertränkt. Seltsamerweise wird auch immer eine Ente mitgenommen, ob diese auch ertränkt wird wissen wir jedoch nicht.
Es ist wirklich nicht einfach nachvollziehen warum so viele Kulturen mit Tieropfern ihren Göttern huldigen müssen, es erscheint so unlogisch und überflüssig… Etwas skuril an der Angelegenheit ist, dass auf einem der Boote ein Taucher sitzt, der anschließend das gespendete und versenkte Geld wieder hochholt – beim Geld hört die Liebe zu den Göttern also anscheinend auf. Wir haben noch gehört, dass Muslime kurz darauf das Fleisch wieder aus dem Meer fischen, immerhin wird also nicht alles verschwendet. Von den verwerflichen Opfergaben aber einmal abgesehen, sind balinesische Zeremonien sehr schön anzuschauen und die Atmosphäre unter den Feiernden war auch angenehm freundlich und ausgelassen.
Nach diesem schönen Tag hat es dann auch noch geklappt die Pässe gerade noch rechtzeitig vor dem Abflug zurück zu erhalten. Natürlich waren sie noch nicht fertig und nur gegen eine kleine Extrazahlung schnell genug zu erhalten – das kennen wir ja schon und sorgte bei bereits gebuchten Flug noch für ein paar angespannte Momente. Nun stand aber dem Abschluss unseres Indonesien Kapitels nichts mehr im Wege, die letzten Rupiah wurden ausgegeben und freudig fieberten wir dem Abflug nach Kuala Lumpur entgegen – Malaysia erwartet uns und wir verabschieden uns im Geiste von diesem spannenden und abwechslungsreichen Land das einen mit seinem bunten Mix aus Menschen unterschiedlichster Kulturen, Religionen und Lebensweisen einfängt. Die Wildheit und Unzugänglichkeit Indonesiens machte für uns den besonderen Reiz aus und daran werden sich alle kommenden Länder messen müssen.
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Nuestros pasaportes seguían en la oficina de inmigración en Bali, donde se los habíamos dejado a un “contacto” de Karin meses atrás para que nos alargara el visado mensual automáticamente cuando tocara evitándonos así la pérdida de tiempo y el estrés que supone hacerlo personalmente mes a mes. Todo había funcionado a la perfección. El único inconveniente era que ahora estábamos obligados a regresar a Bali, una vez más, a recoger los pasaportes antes de abandonar Indonesia y seguir con nuestro camino, pero no hay mal que por bien no venga y aprovechamos esta ocasión para visitar a Karin y conocer a Illu, su hija adoptiva (en realidad su sobrina) que había pasado los últimos meses en la isla de Sumbawa en casa de sus abuelos y no habíamos tenido ocasión de conocer durante nuestras ultimas vistas. Una niña de ojos alegres, siempre sonriente, que habla hasta por los codos, aunque la pobre se haga un lio entre el bahasa indonesia, el alemán y el inglés…
Ese mismo día se celebraba una gran ceremonia balinesa en una playa no muy lejos de Sengkidu, en conmemoración por el centenario de la construcción del templo principal del pueblo. La estrecha playa de rocas era una marea de gente. La pequeña Illu disfrutaba de la nueva prspectiva que le ofrecían los hombros del gigante alemán, mientras nos perdíamos entre el gentío. Todos los asistentes se habían vestido para la ocasión con los tradicionales sarons, la mayoría en color blanco, y las mujeres llevaban sus ofrendas con elegancia sobre sus cabezas. Los relicarios familiares adornados para la celebración esperaban la bendición en el gran templo, tras lo cual serían devueltos a su lugar original en los templos familiares. Según nos contaba Karin, Los balineses “invierten” muchísimo dinero en sus ritos y ceremonias. Además de las ofrendas diarias, el calendario religioso marca muchos días festivos en los cuales las ofrendas deben ser especialmente “generosas”, y a estas ceremonias se suman las fiestas y ceremonias familiares… Y al parecer a los dioses también les afecta la inflación y son cada vez son más difíciles de complacer.
A pesar de que las apuestas y los juegos de azar están totalmente prohibidos en Bali, durante las ceremonias no es de extrañar ver a hombres (exclusivamente hombres) probando suerte en juegos de azar (probablemente intentando recuperar parte de lo gastado en ofrendas…)
Pero lo que más nos sorprendió de esta ceremonia, fue el hecho de que también se sacrificaran animales vivos. Parece que esta vez a los dioses no les bastaba con las ofrendas habituales, flores, comida, dulces, cigarrillos, dinero, etc… Para mantener contentos a los dioses y calmar su ira entre las ofrendas se encontraba también un cerdito. Una vez los botes estaban cargados con las ofrendas, fue necesaria la ayuda de varios hombres para conseguir que los botes avanzaran contra las olas que rompían con fuerza contra la orilla ante las atentas miradas y los gritos de júbilo de los asistentes. Tras alejarse lo suficiente de la orilla, echaron por la borda el cargamento, cerdito incluido, navegando en círculo alrededor de las ofrendas hasta que todo se hubiera hundido y bien en las profundidades del mar. Nosotros solo tuvimos ocasión de ver esta ofrenda, pero al parecer también se sacrificaron patos y una vaca que lanzaron al agua con una piedra atada a las patas…Lo más extraño de todo es que en uno de los botes había un submarinista que poco después se echó al agua a recuperar el dinero que había sido ofrecido a los dioses, y por si eso fuera poco, según nos contaba Karen, tras la ceremonia llegaría el turno de los buceadores musulmanes que harían lo mismo con la vaca. Después de todo lo que hemos visto durante los últimos meses ya nada me sorprende…
Pero a pesar de este hecho a nuestros ojos inhumano e incomprensible, la ceremonia en si se desarrolla en un ambiente festivo muy relajado y tranquilo y fue algo bonito de ver: El templo decorado, las ofrendas, el colorido… es algo sin duda especial e único. Una bonita forma de despedirnos de Bali y un buen broche final a nuestra aventura por Indonesia, este país mágico, lleno de contrastes, colores y olores, al que sin duda regresaremos algún día…
Malasia allá vamos !!!