Das Reisen hier in Malaysia ist für uns so ungewohnt komfortabel und organisiert nach all dem was wir aus Indonesien kennen. Unser Gefährt teilen wir anstatt mit Hühnern mit anderen Touristen…
Dejamos atrás Kuala Lumpur en dirección a Cameron Highlands, cambiando el sofocante calor de la capital por el frescor de las tierras altas, las palmeras por coníferas y helechos. La lluvia seguiría siendo nuestra fiel compañera de viaje…
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Das Reisen hier in Malaysia ist für uns so ungewohnt komfortabel und organisiert nach all dem was wir aus Indonesien kennen. Unser Gefährt teilen wir anstatt mit Hühnern mit anderen Touristen, wir fahren 110 anstatt 40 km/h und wir sitzen in breiten Luxus Sesseln. So komfortabel ist kein Bus in Deutschland. An diese Art des Reisens muss man sich auch erst einmal gewöhnen, fühlt es sich doch gar nicht richtig wie echtes Reisen an.
Mit Tanah Rata, neben Brinchang der Anlaufpunkt in den Cameron Highlands, erwartet uns ein Dorf das sich schon gut auf den Tourismus eingestellt hat. Überall werben Agenturen mit Trekking Ausflügen und anderweitigen buchbaren Aktivitäten. Da uns das aber viel zu teuer und auch zu organisiert ist, brechen wir alleine auf und erkunden die Landschaft zu Fuß. Der erste Trek war ein Reinfall, empfehlen können wir aber den Pfad 1 zum Gunung Brinchang, steil und durchaus einzigartig. Durch den ständigen Regen und Nebel in dieser Region ist der Boden oft matschig und die Bäume von dichtem Moos besiedelt. Am Gipfel wird das besonders deutlich wenn man den Mossy Forest betritt. Alles um einen herum ist mit üppigem Moos bedeckt, Stämme, Äste, Steine und Pflanzen. Nur wenig Licht dringt durch die zugewuchertern Äste und alles um einen herum schimmert fahl grün. Die Füße federn beim Gehen da der Boden aus Millionen Jahre altem Moos besteht, das eine fast meterdicke Schicht aus feinem Wurzelwerk gebildet hat. Man kann einen Teil des Mossy Forest auch über dort angelegte Holzstege erkunden, uns hat jedoch der natürliche Weg deutlich besser gefallen, ein kleiner Rundkurs ist in unmittelbarer Nähe. Ebenfalls schön anzuschauen sind die zahlreichen Teefelder die die Landschaft prägen. Ein findiger britischer Unternehmer hat hier Anfang des 20. Jahrhunderts den Teeanbau etabliert und ist damit sehr reich geworden. Die größte nationale Firma für Tee in Malaysia, BOH, ist daraus enstanden. Man kann hier neben den Teeplantagen auch Selbstpflückerdbeer Felder und Schmetterlingsfarmen besichtigen. Die Cameron Highlands waren zwar ganz schön anzuschauen und eine willkommene Abkühlung nach der feuchten Hitze von Kuala Lumpur, aber bald zog es uns schon weiter da der Ort leider wieder etwas zu touristisch erscheint – allerdings handelt es sich dabei vor allem auch um malayische Touristen für die die Hochebene ein beliebtes Wochenendziel darstellt. Außerdem regnet es momentan mehrmals täglich für einige Stunden. Die üblichen Klimaprognosen, wie uns die Einheimischen bestätigten, treffen nicht mehr zu. Das Wetter scheint immer weniger berechenbarer zu werden, auch in diesem Teil der Welt.
Also Taschen packen und weiter. Auf der Suche nach dem etwas bodenständigeren Malaysia, hatten wir uns entschieden in Ipoh Halt zu machen, der drittgrößten Stadt Malaysias. Diese Stadt hat aber auf den ersten Blick nicht wirklich viel zu bieten und wird daher von Touristen gemieden. Nun denn, wie es scheint genau das richtige für uns für diese Mission.
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Dejamos atrás Kuala Lumpur en dirección a Cameron Highlands, cambiando el sofocante calor de la capital por el frescor de las tierras altas, las palmeras por coníferas y helechos. La lluvia seguiría siendo nuestra fiel compañera de viaje.
Acostumbrados como estábamos a los autobuses destartalados de indonesia… menudo cambio! Malasia es otro mundo: Ya no viajamos veinte donde hay asiento para diez, ni compartimos espacio con pollos ni sacos de arroz, las autopistas son realmente autopistas, viajamos a 110 km/h en lugar de a 40 y los asientos son de un lujazo que ya nos gustaría tener en Europa.
Sé que parecerá difícil de entender, pero no podemos dejar de sentirnos “raros”, como si algo faltara, como si parte de la magia hubiera desaparecido con la llegada de las comodidades y estándares conocidos. En indonesia los viajes en trasporte público son, en la mayoría de los casos, una pequeña tortura…y al mismo tiempo una historia, una aventura. Aquí en Malasia no es más que una suma de kilómetros, algo a lo que deberemos acostumbrarnos, nos guste o no…
Tanah Rata, nos recibió con un cielo cubierto de nubarrones negros, y no tardo en descargar el primero de los chaparrones del día. En las tierras altas de Cameron llueve todos los días independientemente de si es temporada seca o de lluvias. Lo habitual es que el día amanezca claro y que las lluvias lleguen a media tarde, pero el cambio climático también afecta a esta parte del mundo como hemos podido comprobar. Las lluvias parecen venir últimamente cuando les da la gana, “ya nada es como antes, el tiempo está loco!” nos comentan varios con los que compartíamos cobijo esperando a que cese el aguacero, esa expresión que tantas veces se escucha también en Europa ya sea por tener días veraniegos en pleno marzo, o fríos días lluviosos más dignos del otoño a mediados de julio.
El caso es que tampoco en las Cameron Highlands nos libraremos del agua, así que haciéndonos a la idea de que acabaríamos chorreando, nos pusimos en marcha hacia el primero de los trekkings, la mejor forma de descubrir los impresionantes paisajes que ofrecen las tierras altas de Cameron. Pero aunque tuviéramos suerte y no nos lloviera en toda la caminata, acabamos el trekking un poco decepcionados. Las vistas se limitaban al pueblo de Tanah Rata, y el vecino Brinchang, nada espectaculares, y el constante ruido de motores de la transitada carretera nos acompañó durante todo el trayecto. Pero nos lo tomamos como un calentamiento, y a por el siguiente… y el segundo día acertamos: La ruta 1, la subida al Gunung Brinchang, es un trekking algo más largo, más empinado, pero mucho más espectacular. Nada de ruidos, a excepción del canto los pájaros. A consecuencia de las constantes lluvias y la alta humedad, los árboles están prácticamente cubiertos de musgo. En la cima nos adentramos en el “mossy Forest” (el bosque de musgo) donde los efectos de la humedad son aún mayores y el musgo lo tiñe todo de color verde: los troncos, las ramas, las piedras… El suelo a nuestros pies, formado por una gruesa capa de musgos apilados durante miles de años, parece amortiguar nuestros pasos. La luz es escasa, son pocos los rayos de sol que consigue atravesar los nubarrones y la vegetación, y todo esto, unido a la constante niebla que nunca parece abandonar el bosque, crear un ambiente mágico, casi irreal, como de cuento…
En el camino de vuelta atravesamos la plantación de Té BOH con sus impresionantes laderas cubiertas de plantas de té, herencia de la colonización Británica. Al igual que en los viñedos riojanos, los olivares andaluces o los arrozales en Toraja, hay algo en estos paisajes que no deja de fascinarme… Es la combinación entre la regularidad y ortogonalidad frutos de la mano del hombre y las suaves formas orgánicas de la naturaleza, lo que hace que en lugar de simples explotaciones agrícolas, parezcan verdaderas composiciones artísticas.