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Luang Nam Tha – Bergvölker & Children’s Games
Da ist man schon am anderen Ende der Welt und läuft dennoch zwei Chemikern über den Weg, sogar einem italienisch-spanischen Post Doc Pärchen auf Weltreise. Schön ist allerdings dass wir diese Gemeinsamkeit erst spät herausgefunden hatten, da die Frage nach dem “was machst du? ” auf Reisen nicht gleich zur Sprache kommt – es gibt eben auch andere Themen.
Das gemütliche Luang Nam Tha bietet sich zum Trekking in die umliegenden Bergdörfer an, viele Anbieter werben mit ökologischem Touren bei denen die besuchten Dörfer an dem großen Geldfluss beteiligt werden sollen um so den Opiumanbau zu stoppen. Wir haben uns für ein dreitägiges Trekking mit Übernachtung in zwei verschiedenen Dörfern entschieden, der Name klang verlockend: Into the Wild. Das Trekking selbst war dann leider eher so etwas wie ein ausgiebiger Spaziergang und das Tagesprogramm meist schon um 15.00 Uhr beendet.
Das Leben in den Dörfern ist weiterhin sehr einfach, auch wenn wir anscheinend auf den Spuren deutscher Entwicklungshilfe gewandert sind, denn die Brunnen, Schulen und vermutlich noch weitere Gebäude wurden unter deutscher Mithilfe finanziert – sogar etwas Strom zum Betreiben von Energiesparlampen war vorhanden. Unser Guide sprach in diesem Zusammenhang sehr positiv über uns Deutsche, unterhalten wir doch in ganz Laos viele Hilfsprojekte und wollen, im Gegensatz zu den Chinesen, keine Gegenleistung bzw. Land übereignet bekommen. Wir sind wohl doch gar nicht so unbeliebt im Ausland, zumindest nicht in Laos.
Die Dörfer waren voller Kinder die mit großer Scheu aber noch größerer Neugierde die fremden Neuankömmlinge betrachteten. Doch dauerte es nicht meist nicht lange bis das Eis gebrochen war und man gemeinsam etwas spielte. Fangen spielen ist hierbei der logische Klassiker, da die anfängliche Scheu sie immer dazu brachte ein paar Meter Abstand zu halten. Die ganz Kleinen hatten solche Angst vor uns Langnasen dass sie sich immer zu verstecken oder gar zu Weinen anfingen wenn wir ihnen zu nahe kamen. Mein Rattan Ball, den ich seit Myanmar immer mit mir herumtrage, kam auch gleich zum Einsatz und versammelte fast alle Dorfkinder auf dem Schulhof.
In einem Dorf hatten wir per Zufall die traurige Gelegenheit ein Schamanisches Ritual zu beobachten, da ein kleines Mädchen sich den Arm und die Schulter großflächig mit kochendem Wasser verbrannt hatte. Bei diesem bizarren Ritual wurden die Geister lautstark zu Hilfe gerufen um das Kleine zu heilen und zwei Enten mussten dafür auch ihr Leben lassen, da ihr Blut für das Ritual benötigt wurde – und so saßen wir in der Ecke des Hauses mit unseren gezückten Kameras und sahen schon wieder schweigend zu wie ein Tier ausblutete…
Aber der verbrannte Arm des Mädchen sah gar nicht gut aus, war dunkel gefärbt und bereitete ihr offensichtlich unheimliche Schmerzen. Immerhin einen kleinen Beitrag konnte ich leisten indem ich unseren Guide von der Schwere der Verletzung überzeugt habe und so der Vater mit uns gemeinsam nach Luang Nam Tha zurückkehrte, um dort Medikamente und Salben für das Mädchen zu kaufen. Da die beiden nicht wussten, was alles benötigt wurde und die Apothekerin seltsamerweise auch keinen wirklichen Plan hatte duchstöberte ich kurze Zeit später selbst die Schubladen der Apotheke auf der Suche nach Verbandsmaterial und Salben.
Auch wenn wir nicht wie versprochen zu richtig abgelegenen Dörfern vorgedrungen sind, so hatten wir doch so viele wunderbare Momente mit den Kindern in den Dörfern ohne dass auch nur ein Wort Englisch nötig gewesen wäre. Und auch wenn wir Touristen natürlich gerne in Kontakt mit abseits der uns bekannten Zivilisation lebenden Kulturen haben, so ist das doch gleichbedeutend für deren Angehörige mit fehlendem Zugang zu medizinischer Versorgung oder auch guter Schulbildung… und das kann ja auch nicht wünschenswert sein.
Luang Nam Tha – Tribus de las montañas & juegos de niños
La pequeña y tranquila Luang Nam Tha es uno de los mejores lugares del norte de Laos desde donde organizar excursiones de trekking al área protegida de Nam Ha o a visitar los poblados de las distintas etnias de las montañas de alrededor. Muchas agencias ofrecen tours bajo el lema de “ecoturismo” que asegurando un reparto ético de sus beneficios tienen como parte de sus objetivos activar el turismo local y garantizar que parte del dinero vaya a parar directamente a las aldeas.
En esta ocasión nuestro interés se centraba en visitar los pueblos de las montañas y conocer más sobre su historia, cultura y tradiciones más que en explorar la jungla en sí. Tras analizar las distintas opciones de las diversas agencias nos decidimos por un trekking de tres días y dos noches que pasaríamos en diferentes aldeas de etnia Lanten y Hmong respectivamente, dos pueblos minoritarios originarios de China que actualmente habitan también en las regiones montañosas de Laos, Tailandia y Vietnam.
El trekking se limitó a unas cuatro horas de caminata al día lo que nos permitió tener mucho tiempo libre en las aldeas que era exactamente lo que buscábamos. A pesar de las pequeñas obras financiadas por distintas ONGs como fuentes, letrinas o edificios de escuelas, la vida en los pueblos sigue siendo muy simple y básica y la mayoría de las familias viven en cabañas de madera y bambú sobre el suelo desnudo. Algunos afortunadas familias cuentan con paneles solares que les provee de luz y electricidad, pero en cuanto cae la noche y el pueblo se suma en la oscuridad más absoluta, el fuego asume todo el protagonismo incluso en las pocas casas donde alumbran débiles bombillas y todos sus habitantes se concentran al calor de las hogueras que arden en cada esquina y en cada hogar.
En la aldea Hmong tuvimos ocasión de presenciar un ritual de la chaman de la tribu en un intento de curar a una niña a la que su madre había vertido agua hirviendo por accidente. De nuevo éramos testigos de cómo dos pobres patos perdían la vida como parte del ritual. Su sacrificio debía saciar a los espíritus, su sangre protegería a la familia. Con alas de papel colgadas a la espalda, la familia permanecía en silencio mientras la mujer chaman giraba en torno a ellos haciendo sonar sus instrumentos y recitando sus conjuros.
Horas más tarde la madre de la niña se acercó a nosotros preguntando por medicinas para su hija. La quemadura se extendía por el brazo y parte de la espalda y sin ser expertos en medicina sabíamos que aquello no tenía buena pinta, pero de nada sirvió que insistiéramos en que debían llevar a la niña al médico. De nuevo en Luang Nam Tha, compramos algunas medicinas que el padre de la criatura llevaría de vuelta a la aldea. Volvimos a insistir en que si empeoraba debían llevarla al médico de inmediato pero, visto lo visto, no teníamos esperanzas de que nos hicieran caso. Para algo está la curandera de la aldea…
Aparte de este incidente, en las aldeas se respiraba un ambiente muy relajado. Los cerdos, gallinas y pollitos campaban a sus anchas por los rincones mientras las decenas de niños corrían persiguiéndonos con sus grandes ojos negros. Los más pequeños temían a los gigantes blancos y se escondían tras sus madres. Para los no tan pequeños sin embargo, la timidez inicial no resultaba tan fuerte como la curiosidad por los extraños de nariz grande recién llegados y no tardaba en romperse el hielo. Tras las primeras bromas las ganas de juego no parecían tener fin y así, sorprendidos por la energía y actividad de los pequeños, las risas no acabarían hasta bien entrada la noche. Sentados al calor del fuego, rememoramos nuestra infancia y nos volvimos a sorprender una vez más del poder universal de los gestos y las sonrisas, capaces de eliminar de un plumazo las barreras creadas por los idiomas. Momentos divertidos, tiernos y únicos que quedarán grabados en nuestros recuerdos para siempre.
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Qué bonito el artículo! Sin duda una pedazo de experiencia pasar esos días en esas aldeas de las montañas y compartir momentos de risas con esos niños. Disfrutad mucho de la experiencia!